A CIELO ABIERTO
ariadna sánchez hernández
Las nubes esponjosas
guardan los cantos de los ancestros,
glorifican a la Madre Tierra,
a los vientres sagrados,
al fuego, al poder
y a los arroyos de sangre que bañaron el suelo.
A cada esquina del universo
los pájaros llevan serenata y sabiduría,
las voces tiernas
se convierten en los herederos
de creencias y rituales.
Bajo las alas de las mariposas
los pueblos del mundo encontraron abrigo
los pies y las manos hicieron casas de arcilla
para mantener calientes el cuerpo y el espíritu.
La lengua sigue proclamando
la grandeza de Mesoamérica:
retumba en cuevas,
en los corazones de las montañas y en el mismísimo inframundo
mientras las estrellas titilan y danzan
al ritmo de cascabeles de oro.
Guardianes del cosmos,
raza guerrera,
amantes de los soles y lunas doradas,
envueltos en plumajes coloridos y brillantes
dejan para la eternidad su poesía
en el rugir del jaguar
y en los dulce silbidos del colibrí.
Sobre los pobladores
caen gotas de agua
mojando los campos y
vistiéndolos de maíz y esperanza.